Ella no tenía idea de sus fortalezas o de sus potenciales puesto que estaba enceguecida en una única cuestión. Toda su vida giraba en torno a cumplir su deseo, su anhelo más profundo y, aún así, evidente. No le importaba qué dijeran los demás o qué podían aportar al resto si a ella no le complacía. Toda palabra que salía de su boca tenía una firme intención de ganancia, de egoísmo que manchaba sus labios de carmín. Si iba al colegio, era para conseguir su tinta preciada; si pedía algo, era un paraguas o un abanico; si comía, era para mantener las mejillas rosadas y saludables; si ayudaba a su madre, era para conseguir un vestido pomposo hecho a mano de tela suave con apliques de cintas a cambio; si iba a la farmacia, era para encontrarse con los polvos para sus pelucas; y si no salía de su casa, era para mantener su piel lo más blanca posible. Giraba en torno a sus fantasías de príncipes y castillos. Nada quería más en la vida cómoda que le había tocado, que llegar a tener sangre azul. Más allá de todas sus debilidades morales e ignorancia de su propio desconocimiento, era una persona fuerte. De no haber sido fuerte, todos esos litros de tinta azulina que se bebía por las mañanas podrían haberla matado.
[feb11] día veintitrés
23
Feb
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Hiyoko
2011/02/23 at 11:07 AM
sabes que tengo el presentimiento de haberlo leído antes ._. quizas en la otra vida 😉